¿Te ha ocurrido alguna vez que has postergado una decisión? ¿Has dudado al no saber qué camino elegir? O ¿Has sentido miedo al fracaso, a equivocarte o a no tener la aprobación de los demás tras tu elección?
Es habitual que acudan a mí personas que se encuentran en una encrucijada vital. Encrucijada caracterizada porque en un momento de su vida, se encuentran con varias alternativas y no saben por cuál optar.
En todas estas personas, existen una serie de ingredientes. Son estos:
- Inestabilidad emocional, con la emoción predominante de miedo (al fracaso, al rechazo o a la incertidumbre).
- Exceso de análisis de todas las opciones con el afán de controlar la mayor parte de incógnitas posibles y minimizar la incertidumbre.
- Tendencia a la evitación de materializar la decisión, aun sabiendo que resulta necesaria para su bienestar emocional y/o evolución personal.
Pero… ¿por qué te cuesta tomar una decisión? ¿Por qué parece que todo tu mundo se tambalee ante alguna de ellas y te aterrorice equivocarte? O, incluso, ¿Por qué cuando has tomado finalmente tu decisión, dudas y tu mente te hace replantearte si te has equivocado o si vuelves al lugar de origen?
El primer motivo reside en que la mente está diseñada para sobrevivir, no para ser feliz. De la felicidad te debes encargar tú.
Esto significa que, si tu elección implica un cambio en tu vida, tu mente pondrá automáticamente y de una forma casi perfecta el mecanismo que debe activar para que no avances y no tomes tu decisión: Sin cambio no hay esfuerzo, no hay novedad e incertidumbre, no hay afrontamiento. Y esto, le encantará a su cerebro.
- Te mostrará lo negativo de cambiar.
- Te mostrará lo positivo de continuar en la situación conocida.
Pero obviará simultáneamente otra parte muy importante de la realidad que resultará imprescindible para tomar tu decisión contemplando todo tu escenario, y no sólo el que la mente te quiere mostrar:
- Lo negativo de continuar en el mismo camino
- Lo positivo de realizar el cambio
En las dos primeras opciones ¿sabes qué ocurre en tu cerebro? Se te activará la supervivencia emocional. Supervivencia entendida como cortisol elevado (la hormona del estrés), amígdala cerebral funcionando a toda potencia y multitud de reacciones fisiológicas y emocionales que tenderán a paralizarte, escapar o evitar el cambio y, por lo tanto, tu decisión.
No se trata de no contemplarlas. Se trata de que, además de ellas, deberás hacer consciente y tener presente las alternativas que probablemente tu cerebro descartará cuando estés en tu proceso de decisión.
Para que consigas todo esto que te cuento, te sugiero que uses la herramienta que te dejo a la derecha (haz click sobre la imagen para descargarla, guardarla o imprimirla).
¿Cómo se utiliza? Escribe la historia de los cuatro escenarios y asegúrate que tu mente no te boicotea. Así decidirás valorando toda la realidad y no sólo la parte que tu cerebro te desea mostrar. Tu miedo a la incertidumbre y al fracaso bajaran de forma exponencial a tu análisis racional y consciente de la gran parte de los aspectos que debes contemplar.
Realizar este ejercicio es muy útil tanto en los momentos previos a tu decisión (para incrementar tu claridad), como en los posteriores (para no retroceder).
¡A vivir brillando! ✨